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Rafael Bermúdez se nos ha revelado con estos relatos como uno de los escritores más creativos de los últimos años. En sus cuentos trascienden las analogías y se manifiesta el principio aristotélico de llegar al significado con el uso de las acciones.
En Santiago Amaro se traza una analogía perfecta entre dos personajes tan distintos como unidos están por la tristeza. Ellas es una relato vertiginoso y con una intensidad que traspasa el corazón. Tanto se despoja Elisa de sí misma que al final sólo queda el vacio. Ojos grises es la pérdida de la inocencia en una edad, quizás, demasiado temprana... Y lentamente, en los relatos sucesivos, los elementos fantásticos van apareciendo en un viaje hacia la muerte, hasta culminar en un diálogo entre dos muertos (Del otro lado) donde lo más importante no es la celebridad de sus personajes sino la descripción que se percibe en su conversación acerca del espacio en el que se encuentran. Las uvas (Sociedad de Caballeros Aficionados a la Infancia) cierra el presente libro con ironía: qué mejor manera de homenajear a un infame que infamándole.
Es la prosa de Bermúdez limpia de retórica, pero de elaborada estructura; se podría decir que el gran acierto de estos relatos reside ahí precisamente: en unas complejas estructuras internas que encajan perfectamente sin chirriar y que exponen al lector una narrativa armoniosa de gran intensidad emocional.
