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La violencia de base religiosa está provocando ansiedad y terror en todo el mundo. Los Estados de todo el mundo, especialmente en el Oriente Medio y África del Norte y el África subsahariana, se enfrentan al extremismo violento. El extremismo violento se ha convertido en una cuestión clave de seguridad y se percibe como una amenaza existencial a la seguridad de los Estados y las personas. Ese es el caso del Camerún, el Níger, Nigeria y el Chad en la zona de la cuenca del Chad. La cuenca del lago Chad se enfrenta a un importante conflicto debido a las amenazas de Boko Haram, que reivindica el islamismo radical y se identifica con la ISL. Este movimiento parece ser una amenaza para la estabilidad de los Estados y la seguridad de una parte de su población. Así pues, la gestión del conflicto y la estabilización de la región consiste en contener la insurgencia convenciendo a la población con la adopción de medidas excepcionales y un discurso de opción militar. Pero después de tres años de operación militar llevada a cabo a través de la Fuerza de Tareas Conjuntas Multinacionales (MNJTF), el conflicto no está terminando y necesita un nuevo enfoque. En este trabajo se analiza la elección realizada por los países de la cuenca del lago Chad para la resolución del conflicto en un entorno de retos de seguridad y desarrollo.
Über den Autor / die Autorin
Titular de una Maestría en Derecho, opción carreras internacionales de la Universidad Abdou Moumouni de Niamey, y de una Maestría de Estudios Avanzados en Seguridad Internacional y Europea del Instituto de Estudios Mundiales de la Universidad de Ginebra. Actualmente es Primer Secretario de la Misión Permanente del Níger ante la Unión Africana y de la CEPA en Addis-Abeba.
