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Hoy en día, las relaciones sociales entre las personas se han deteriorado debido a diversos factores. Sobre todo, la disminución del capital de vinculación en función de la religión, la situación económica y el origen étnico ha contribuido significativamente al declive del capital de vinculación. Las manifestaciones de estas prácticas se reflejan en la vida cotidiana: la gente se empobrece, se muere de hambre, se margina a los que no tienen nada, y hay conflictos generalizados en todos los niveles de las comunidades, como he podido comprobar en la zona estudiada. Empezando por los individuos, las familias, los grupos, las estructuras sociales como las organizaciones comunitarias, las organizaciones no gubernamentales y, lo que es más importante, los gobiernos, deberían esforzarse por potenciar el capital de enlace para crear un entorno mejor para las generaciones venideras.
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He estado observando a personas que se enfrentan a problemas a la hora de organizar grupos para el desarrollo social, económico, medioambiental y político, debido a la falta de una cuestión fundamental: el capital social. Además, las tendencias mundiales actuales exigen que se estudie el capital social, que está relacionado con las redes de confianza, valor, reciprocidad y acción colectiva.