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Toda persona está llamada al deber de vida para que pueda vivir, servir, ser fraterna, hospitalaria, respetuosa en su interacción. En una palabra sea luz; ilumine. Es esta actitud por la que nace el gozo, la paz, la alegría de vivir y el querer hacer el bien al semejante. Sin embargo, es el conocimiento moral tanto filosófico como religioso el que crea la visión para esa vida; para comprender, corregir, rectificar y ver por la razón, el propósito que se tiene duran te el transitar por este mundo; hacer el bien. El bien, la justicia, la virtud son condiciones para la paz, no puede cosecharse otra cosa si estas condiciones se siembran.
Se cae, yerra o se peca por ignorancia, soberbia, orgullo. Por estas razones la necesidad que padres y adultos se hagan de tales conocimientos, no solo para educar al niño, al hombre del futuro; la persona moral, espiritual, virtuosa que necesita la sociedad, el mundo. Sino por su condición racional, por vivir en sociedad. La enseñanza para la formación profesional, ocupacional, operativa, etc., se imparten en los planteles o instituciones educacionales básicas, secundarias, técnicas, universitarias, etc.
Luis E. Osorio Toloza nació el 27 de Septiembre de 1952 en San Cristóbal Estado Táchira Venezuela. Contador Público egresado de la Universidad Católica Andrés Bello de esta localidad. Ejerció su profesión independiente mente, también como ejecutivo. Luego por concurso el cargo de auditor interno en institución financiera del Estado venezolano, de la que obtuvo su jubilación después de 25 años de servicio. Como cualquier mortal, observador y crítico de los hechos que la vida presenta, en función de la verdad, la justicia, la fraternidad, hospitalidad.
Del despertar y conversión al deber de vida, como causa de experiencias que llamo de fe o religiosa, nació este ensayo luego de un proceso de búsqueda de conocimientos durante aproximadamente una década. Quise trascenderlos por considerar que son para bien de la persona, pues dará a ésta inteligencia, consciencia y sabiduría para el deber de vida. Vosotros sois la luz del mundo... (Cf. Mt 5, 14-16)