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Entre 1945 y 1953, la URSS vivió los últimos años de Stalin en el poder. El país se reconstruía tras la hecatombe de la Segunda Guerra Mundial. El propio cine se levantaba de la destrucción física en Occidente y de su movilización para el esfuerzo bélico a través de sus estudios trasladados al Este, en Asia Central. La constitución del cine bajo el estalinismo tardío pasó por fases. De 1945 a 1947, surgieron películas desafiantes, críticas y audaces de la mano de cineastas que aprovecharon la autonomía ganada por la sociedad durante la guerra y la necesidad del Estado de recabar apoyos. Pero también hubo cineastas comprometidos en todo momento. Después de 1947, la libertad artística se vio coartada y el cine fue coaccionado o invitado a participar en el proyecto de unidad nacional ante un nuevo conflicto, ahora frío en Europa y caliente en el naciente Tercer Mundo. Para combatir la propaganda anticomunista y antisoviética, el cine produjo propaganda antiangloamericana. Se les podía ver como a los capitalistas de siempre, opresores, codiciosos y explotadores, pero también se les podía emborrachar, no de vodka, sino de ginebra para los pobres o de whisky para los ricos.
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Moisés Wagner Franciscon es máster por la Universidad Estatal de Maringá; doctor por la Universidad Federal de Paraná; posdoctor por la Universidad Federal de Paraná, Brasil.
