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La Vida de Marco Bruto es una traducción comentada, confeccionada por Francisco de Quevedo. En ella se glosa la vida del célebre asesino de César escrita por el historiador griego Plutarco.
Esta obra, dedicada al rey Felipe IV, puede catalogarse también dentro de ese género conocido como espejo de príncipes.
Por la época Baltasar Gracián, publicó El político en 1640, otro de los clásicos de dicho género. Sin embargo, la visión de Quevedo, del género y del personaje que aquí retrata va más allá. Esta Vida de Marco Bruto es también un retrato psicológico o más bien la construcción histórica de un personaje complejo. Bruto era en inicio leal a Julio César, y le manifestó su gratitud, para luego participar en una conjura en su contra y en su asesinato.
¿Qué ambiciones y que convicciones íntimas llevaron a Marco Bruto a cambiar de posición? ¿Qué se esconde tras su carácter?
Tal vez las palabras siguientes respondan mejor a estas preguntas y expliquen el valor de esta obra:
Lo que hallo es en pocas hojas muchos volúmenes de la más atenta política. Aquí enseña a los príncipes el gobierno, a los vasallos la obediencia, a todos el celo del bien público. Traduce don Francisco a Plutarco y le comenta; y aunque aquel autor dejó mucho y bien dicho, muestra don Francisco en la traducción que lo bien dicho se pudo decir mejor, y en el comento que lo mucho pudo ser más. Y excediendo a Plutarco don Francisco en los discursos, hace que Plutarco exceda a Plutarco en el texto. En esta obra une a la lengua española la majestad de la latina, con la hermosura de la griega, para envidia y admiración de las demás.
Doctor Antonio Calderón. 4 de agosto de 1644
About the author
Francisco de Quevedo y Villegas (Madrid, 1580-Villanueva de los Infantes, Ciudad Real, 1645). España.
Hijo de Pedro Gómez de Quevedo, noble y secretario de una hija de Carlos V y de la reina Ana de Austria. Francisco de Quevedo estudió con los jesuitas en Madrid, y luego en las universidades de Alcalá (lenguas clásicas y modernas) y Valladolid (teología).Tras su regreso a Madrid tuvo la protección del duque de Osuna, con quien viajó a Sicilia en 1613.
Osuna fue nombrado virrey de Nápoles y Quevedo ocupó su secretaría de hacienda y participó en misiones políticas contra Venecia promovidas por su protector. Cuando éste cayó en desgracia Quevedo sufrió destierro y prisión, pero regresó a la corte tras la muerte de Felipe III. Durante años tuvo buenas relaciones con Felipe IV, aunque no consiguió ganarse la simpatía de su favorito, el conde-duque de Olivares. Se especula que dejó bajo la servilleta del monarca el memorial contra Olivares titulado «Católica, sacra, real Majestad», lo que motivó su detención en 1639. Se cree, en cambio, que terminó en un calabozo del convento de San Marcos de León, donde estuvo hasta 1643, víctima de una conspiración.
Murió en Villanueva de los Infantes.