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La Educación Inclusiva, que es el contenido de nuestro primer capítulo, se basa en el derecho de todo niño a formar parte de la vida escolar común y a que se le proporcionen experiencias pedagógicas y educativas adecuadas. La diferenciación, a la que nos referimos en el segundo capítulo, es quizá la propuesta más realista a la exigencia de aplicar prácticas de individualización centradas en el niño y parece responder dinámicamente a la necesidad de eficacia docente en las aulas contemporáneas. El juego, que es el tema de nuestro tercer capítulo, mejora la práctica docente, ya que desempeña un papel fundamental en los entornos preescolares y escolares. Es preciso explorar las formas en que los profesores pueden enseñar y transmitir valores que forman parte integrante de la democracia. Lo demostramos en el capítulo cuarto, que es un ejemplo de la aplicación de la educación inclusiva en una escuela democrática. Todo lo anterior es difícil de aplicar si no se aborda la cuestión del éxito de la transición, que es el tema de nuestro quinto capítulo y es un tema de estudio en la comunidad científica con el fin de identificar formas y factores para mejorar las experiencias de los niños con desarrollo típico y no típico y de sus familias.
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Sakellariou Maria, Profesora Strati Panagiota, Doctora en Educación Mitsi Polyxeni, Doctora en PedagogíaAnagnostopoulou Rodokleia, Doctora en PedagogíaBanou Maria, Doctora en PedagogíaPapoutsi Katerina, Doctora en PedagogíaDepartamento de Educación Infantil, Universidad de Ioannina, Grecia.
