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Desde que los colonizadores desembarcaron en suelo brasileño, nuestro país ha mostrado día tras día la creciente manipulación de otras culturas e ideas sobre las nuestras. En el aspecto religioso, no fue diferente. Los primeros movimientos religiosos en tierras brasileñas tenían en gran parte el deseo de obedecer a lo que dictaba el Estado de la época, y así unirse a las fuerzas que la Corona portuguesa necesitaba para apoderarse cada vez más de nuestro Brasil. Esta unión entre Estado e Iglesia se perpetuó sobre nuestra nación hasta nuestros días, aunque de forma enmascarada. Sin embargo, los beneficios que el Estado concedió a quien le ayudó en un principio, la Iglesia, condujeron a un problema que es necesario sortear: El Comercio de la Fe. Con los privilegios concedidos por el Estado, el actual escenario religioso brasileño está desfasado de lo que realmente debería ser su principal preocupación: las causas sociales, el bien del prójimo, el evangelio puro y simple.
About the author
Daniel Miranda Leandro tiene 24 años, nació en Orleans/SC, Brasil, es Escritor, Escribano, Licenciado en Derecho por el Centro Universitario Barriga Verde, Unibave de Orleans/SC y Post-Graduado en Derecho Notarial y Registral.
