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La Tierra está formada por varias capas, desde la corteza terrestre hasta el núcleo, que abarcan rocas magmáticas, metamórficas y sedimentarias de multitud de minerales entre los que se encuentran los minerales radiactivos. El torio y el uranio son espontáneamente inestables y se transforman continuamente en otros elementos más ligeros, realizando así una transmutación natural de un elemento más ligero; el fin último de esta transformación es el plomo, en ambos casos. Esta desintegración atómica va acompañada de una emisión particular, una radiación más o menos penetrante que puede ser perjudicial para el hombre y su entorno. Tanto en la exploración como en la explotación de los minerales radiactivos, no es necesario ocultar la importancia de la protección contra los peligros que encierran las fuentes de radiactividad, aunque tengan numerosas aplicaciones energéticas; tanto los gobiernos como los servicios y órdenes de geólogos de los países en desarrollo deben ocultar estos hechos.
About the author
Ricercatore e leader della società civile congolese attraverso diverse OSC, ONG, Consorzio, Sinergie e altre strutture della società civile. A livello africano, è membro di diverse reti e piattaforme che lavorano per il clima, l'impegno civico, la difesa dei diritti umani e dell'ambiente, ecc.
