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Hace más de tres años, estallaron revueltas en varios países árabes contra sus regímenes autoritarios. Las revueltas fueron a menudo apodadas como la "Primavera Árabe" o el "Despertar Árabe". Ambas frases anticiparon el establecimiento de regímenes democráticos en esos países, pero casi inmediatamente los dirigentes del régimen radical chiíta de la República Islámica del Irán rechazaron esta terminología. Era seguro que se trataba de un despertar, pero un "Despertar Islámico". Fue un despertar que representó la culminación triunfante del movimiento del siglo XX conocido como islamismo, a menudo conocido como islam político por su ambición de llevar la religión a un papel político de liderazgo en el mundo musulmán y así revivir las fortunas políticas musulmanas. Como tal, fue un despertar que Teherán acogió con beneplácito. De hecho, afirmaban que era un despertar que el propio Irán había inspirado a través de su propia revolución de 1979 y el régimen islamista radical chiíta que habían construido. Hasta el presente han seguido avanzando en esa interpretación.
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Esmaeil Dashtban es estudiante de doctorado en Administración de Empresas, Marketing, Universidad Islámica de Azad, sucursal de Alemania.
