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La Revolución Soviética fue un acontecimiento que hipnotizó la imaginación de los progresistas del mundo y les condujo a aplaudir la transformación que exigía sobre la condición humana. Tras la Gran Guerra, muchos intelectuales europeos buscaron en esa utopía la fórmula para superar los viejos valores que habían perecido en el conflicto. Ese deseo que les pedía su propia conciencia fue el campo abonado que utilizaría Münzenberg para atraerlos a la esfera comunista, a una escala que jamás se había conocido. Un ejemplo fue la campaña de propaganda que se desarrolló durante la toma de Badajoz para ocultar los asesinatos masivos que el Frente Popular estaba realizando en Madrid y a la par influir sobre la opinión pública internacional a favor de la causa republicana. Tras la Postguerra, los Estados Unidos, para defender la Europa occidental, desarrolló un programa para implantar la democracia, apoyó la construcción de un Estado de Bienestar que cerrase el camino al comunismo, desarrolló un programa secreto para fomentar la Izquierda No Comunista y apoyó a los Gobiernos europeos para que desarrollasen la Unión Aduanera, la CECA y del Acero, la OTAN o el Congreso por la Libertad Cultura.
About the author
Doctor en Filosofía por la Universidad de Extremadura y licenciado en Ciencias Políticas y Sociología por la Universidad de Granada. Acaba de concluir su estancia postdoctoral en la Escuela de Ciencias Sociales de Évora-Portugal- y,en breve, comenzará a impartir el curso de Historia política, social y artística del siglo XX en Occidente de la Unex.
