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"Preludio de una Luna Inmortal", ha sido en sí, según su autor, un libro, que aunque corto, decisivo en el rumbo de su vida personal. Los versos aquí contenidos, llevan una custodia que va desde lo romántico, hasta lo que en días ordinarios pudiera ser visto como atrevido, pero a su vez representado como un canto al primer amor, visto sin embargo, desde la perspectiva de un hombre maduro, o del poeta que ha sufrido una irrevocable metamorfosis existencial, comparándola con la vida de algún leñador. Escrito con una total desnudez del alma y sin inhibiciones, la lucidez de sus palabras nos permite observar una desesperada devoción por alcanzar lo que parece inalcanzable: Quién fuera ese aire que respiras o ese viento gélido que te acompaña en cada invierno, dulce mujer, quién fuera ese primer gorjeo del ruiseñor intrépido que penetra en tu oído, labrando melodías con cincel... Quién fuera ese leal espejo, donde las agraciadas chispas en tu sonrisa, se desgajan para ver surgir el primer milagro del día, o esas gotas que te bañan descendiendo como brisas... o con alguna desgarradora ilusión final: anhelo que la última caricia en mi rostro, se confunda entre tus mejillas y todos tus cabellos que alabo inexplicablemente, porque elijo ese roce irrepetible junto a tu respiración sagrada, antes que el más hermoso plenilunio sobre los océanos durmiendo...
