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“Hipólito nos revela las duras realidades que encuentran muchos inmigrantes indocumentados al intentar ingresar a Estados Unidos”. — José M. Hernández, ex astronauta de la NASA Informationen zum Autor Hipolito Acosta is the most highly decorated officer in the history of the U.S. Immigration and Nationalization Service. The son of Mexican-American migrant workers, Acosta rose through the ranks from Border Patrol Agent to a key position in the Department of Homeland Security. Acosta and his wife live in Texas. Klappentext The Spanish edition of The Shadow Catcher: a firsthand look inside U.S. undercover operations targeting the immigrant smuggling, counterfeiting, and drug rings of Mexico's dangerous mafia. Vivir bajo una identidad ficticia y arriesgar su vida eran parte del trabajo diario de Hipólito Acosta, agente del gobierno de los Estados Unidos. Trabajaba regularmente en operaciones clandestinas de gran importancia, infiltrando las bandas criminales de contrabando de inmigrantes y los carteles del narcotráfico mexicano. Las investigaciones de Acosta son legendarias tanto entre las autoridades como entre los miembros de los carteles criminales que contribuyó a neutralizar. Acosta se hizo cruzar ilegalmente de México a Chicago en un camión lleno de inmigrantes pobres; se ganó la confianza de una banda internacional de falsificadores; se mezcló con algunos de los narcotraficantes más sanguinarios de México; y fue el objetivo de numerosos complots de asesinato por parte de los criminales a los que envió a la cárcel. El cazador de sombras se lee como una novela policíaca. Este libro, más que un viaje por los bajos fondos de la frontera entre México y los Estados Unidos, es una conmovedora revelación de lo que tiene que sobrellevar un agente para garantizar que la ley se aplique y para mostrar el lado humano de la inmigración. CAPÍTULO UNO Jugando al pollo de Juárez a Chicago EL FRÍO DEL río recorrió mi cuerpo como una descarga eléctrica. La noche estaba oscura y sin estrellas, y el agua subía hasta mi cuello. Sentía que me sofocaba, el frío del agua y el aire me dejaban sin respiro. Mi miedo se convirtió en pánico cuando la corriente amenazó tragarme. Había avanzado demasiado en el río para regresar y no estaba suficientemente cerca de la otra orilla para sentir confianza. Nuestro zalamero guía se movía sin esfuerzo en las rápidas aguas del Río Grande pero no se molestó en darnos ánimo. Había hecho este viaje muchas veces. Era su forma de vida. Detrás de nosotros, más cerca de Ciudad Juárez, divisé lo que parecía ser un grupo de mujeres y niños. Los más jóvenes viajaban en los hombros de los mayores. Sabía que no pertenecían a nuestro grupo, pero todo el que llegaba hasta acá se encontraba exhausto tras días de viaje desde Centroamérica y otras partes de México para alcanzar el Río Grande. Estaban arriesgando la vida de todos los miembros de su familia en las implacables corrientes. Entre cuatrocientas y quinientas personas se ahogan cada año intentando cruzar el Río Grande, que constituye la frontera entre México y Estados Unidos, pero muchas de las muertes no son oficialmente informadas o registradas. Pensaba en mi joven esposa e hijos esperando en Chicago mi regreso tras esta misión, tal como los inmigrantes que me seguían debían estar pensando en la familia que dejaban atrás. A nuestra manera, todos queríamos lo mismo. Simplemente, yo había nacido y crecido en el otro lado del río, aquel lugar por el que estas personas arriesgaban todo, incluso la vida. Yo había viajado cinco días antes a Ciudad Juárez como agente secreto del gobierno de Estados Unidos. Mi tarea era infiltrar una red de tráfico ilegal de seres humanos... era la primera vez que nuestra agencia intentaba una misión de este tipo. Me había visto obligado a reconocer que nuestros esfuerzos para capturar y deportar a los ilegales en Chicago no estaban ten...