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Al producir imágenes, la relación con el conocimiento se da de forma (creativa) activa y crítica, posibilitando otra comprensión de lo que nos rodea. Esta perspectiva reafirma la necesidad de experimentar las posibilidades que el cine puede tener en el espacio escolar a través de la creación y la alterización. Al fin y al cabo, la imagen habita inicialmente el espacio por lo que se sabe que es, a partir de representaciones y estereotipos, pero con una mirada atenta, los juicios se suspenden para dar paso a alteraciones sensibles. Además, más que ejercicios de cine, lo que se propone son formas de pensar, mirar y sentir las cosas, con atención y apertura a lo inesperado y a las diferencias. Entendiendo que tal vez el carácter pedagógico del cine radique en "enseñar" a ver, que no se restringe a las capacidades del ojo, sino que va más allá. De este modo, construye lo que vivimos, a partir de la invención y de otra experiencia de la realidad, construyendo nuevos territorios, comunidades y relaciones, en definitiva, compartiendo mundos, lo que nos permite crear juntos, (re)inventar un mundo compartible, otra dinámica de los sentidos, una voluntad de encontrarse, descubrir, producir conocimiento e inventarse.
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Doctoranda en Educación por la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ), entiende que los procesos de enseñanza y aprendizaje son inherentes a la vida y pueden potenciarse a través del diálogo con diferentes sujetos y saberes.
